Publicado por Cronista Montañés miércoles, 11 de junio de 2014


La Marcha Real, ese chunta-chunta de los versos fallidos de Pemán y la rima fácil del «Franco, Franco, tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel», ahora se escribe con minúsculas, como suena. El himno de granaderos que estas semanas se toca a todas horas: en Las Ventas, en La Caixa, en el Día de las Fuerzas amadas... y  hasta se ha convertido en la chanson de Roland Garros, lleva hoy entre sus notas la letra pequeña de los momentos históricos. No se trata esta marcha real de un destierro, al estilo de La Chata y Alfonso XIII, sino de una retirada como la de Carlos V, el del coñac, al monasterio de Yuste aquejado de gota. En esta ocasión, la gota que ha colmado la cristalería entera han sido los annus horribilis que ha empalmado Don Juan Carlos desde que le disparó a un elefante y le salió el tiro por la culata. A raíz de este episodio africano, el ilustre cazador, que otrora presumió de tener cintura y de ser inmune a los golpes, incluso de conocer mejor que nadie al Elefante Blanco, se fracturó la cadera. Crec.
De este modo accidentado, un soberano roto hubo de improvisar un vacilante «lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir», que ha acabado con este rotundo «he decidido poner fin a mi reinado y abdicar». En lengua campechana la frase equivalía a un «Borbón y cuenta nueva», fórmula sucesoria que supera a la original, aquel «atado y bien atado» que pronunciara su mentor. Y es que el Caudillo por la Gracia de Dios sería un loco de atar, pero las cuestiones dinásticas prefirió dejarlas en manos de un príncipe azul, todo un profesional, y no de meros aficionados, el Duque de Cádiz y Carmencita.
Luego, como quien no quiere la cosa, la monarquía se coló en la añada del 78 como la «cláusula suelo» en las hipotecas y así pudimos comprarnos el edificio constitucional, eso sí, sin dación en pago. Se nota que la señora Colau no participó en la redacción de la Carta Magna que consagró el derecho a la vivienda digna y a una segunda residencia con enanos de jardín, porque los ciudadanos, atraídos por los planes de protección oficial desde El pisito, se lanzaron a la firma de la escritura ante  notario. Es ahí, metidas en medio del articulado de la ley de leyes, donde se esconden las minúsculas de la marcha real de este rey de reyes.
Mañana, de nuevo al ritmo del chunta-chunta, Felipe el Hermoso y la reina de Asturias cruzarán la puerta de los leones de otras carnicerías africanas. Mañana, la revista ¡Ola-K-Ase! escribirá esta página del BOE con letras de oro en edición couché. Mañana, sólo unos pocos se leerán la letra pequeña que rige la propiedad horizontal. Mañana, el pueblo preferente volverá a confiar en el director de su oficina y únicamente verá las mayúsculas de los principios. Mañana el pintor de cámara Antonio López dará las últimas pinceladas al encargo y acabará el cuadro interminable de la infinita familia de Carlos IV. Mañana España será... será, whatever will be, will be. The future's not ours to see. Qué será, será.

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